Parece inevitable que en cualquier conversación sobre veganismo, entre las toneladas de falacias con que nos atacan, en algún momento alguien vaya a decir aquello que de que el Amazonas se está deforestando para producir la soja que nos comemos y bebemos las personas veganas. Es un argumento que tiene las patas muy cortas y que generalmente quien lo utiliza lo hace para atacar al veganismo pero es un boomerang que se le viene rápido en su contra, ya que las plantaciones de soja que están deforestando el Amazonas su destino es la producción de piensos para abastecer a la ganadería. Ese mismo argumento también se utiliza a nivel más local, cuando en alguna conversación o debate sobre los impactos de la agricultura en el medio ambiente, en algún momento alguien te acaba diciendo que si hay tanto campo de cultivo es para que comamos las personas veganas, ¡ni que fuéramos miles de millones! Pero es que aunque lo fuéramos, necesitaríamos muchísimo menos terreno y para producir nuestro alimento que el que requieren las personas no veganas. Cuando paseamos por las amplias llanuras cerealistas de la Meseta o de Aragón, es fácil pensar que todo ese cereal se destina a producir alimentos. Estamos hablando que los cultivos de cereales y otras herbáceas son el tipo cultivo al que más superficie agrícola se destina en España, del total de 16.782.814 hectáreas de tierras de cultivo, 11.224.342 hectáreas son cultivos de cereales y otras herbáceas. Pues bien, según los datos del Balance de Cereales de España de la última campaña del total de la producción de cereales (producción propia + importaciones) destinada a consumo, 35.749.000 de toneladas, resulta que 26.370.000 toneladas se destinan a alimentación animal, el 73% de la producción de cereales en España se destina a la producción de piensos y derivados para la ganadería. Y es un dato impactante, puesto que se importan 24.250.000 toneladas, más del doble de lo que producimos, y 4 veces de lo destinado a alimentación humana. El dato es tremendo porque pone de manifiesto la magnitud de las necesidades de consumo de la industria ganadera, que no solamente fagocitan toda la producción interna, sino que necesitan importar millones y millones de toneladas de cereal para su abastecimiento.
Cuando vemos esos infinitos campos de cebada, lo más probable es que su destino nada tenga que ver con producir pan, pasta, cerveza o algún alimento vegano (sic), sino para producir piensos. Y esto no se queda ahí, porque a la superficie de cultivo debemos sumarles los 8.483.595 de hectáreas destinadas a prados y pastos. Las bandejas de carne que se compran en el supermercado no salen de la nada ni crecen de la tierra, resulta que los animales explotados por la ganadería, necesitan alimentarse y dada la magnitud tanto del consumo como de la producción, la industria ganadera y cárnica para producir 1 kg de alimento necesita un derroche de recursos que implica enormes extensiones de tierra, consumo de agua desorbitado, contaminación, etc.
¿Pero y si todas las personas que consumen carne y otros productos de origen animal se hicieran veganas? Pues le vendría muy bien primero a los animales, y segundo a nuestro planeta; un estudio reciente ha comparado el uso de tierra, el consumo de agua y las emisiones de gases de efecto invernadero de 5 tipos de dieta: variada común (omnívora con alto consumo de carne roja), variada saludable (omnívora con menos consumo de carne roja), mediterránea (mayor consumo de pescado), vegetariana (ovoláctea) y vegana. Los resultados son claros, el tipo de dieta que menos extensión de tierra requiere para producción de sus alimentos es la vegana a una distancia enorme de las dietas omnívoras, seguido por la dieta vegetariana, por contra el que más requiere es la dieta común de alto consumo de carne roja.
Mismo resultado tanto para el consumo de agua como para la emisión de gases de efecto invernadero, donde la dieta vegana es la que menor impacto conlleva, y llamativo el caso de las emisiones de gases donde la que peor resultado arroja es la dieta mediterránea debido al impacto de la producción de pescado.
En este otro estudio se comparaba el uso de la tierra esta vez entre 10 tipos de dieta, y el resultado de nuevo es el mismo; la dieta vegana es la que menor uso de tierra implica, a mucha distancia de las dietas omnívoras.
Los beneficios de excluir los productos de origen animal no solamente se quedan en un menor consumo de recursos, es que incluso generan una huella positiva; el secuestro de carbono derivado de la producción de alimento para una dieta vegana supera con creces su emisión de gases efecto invernadero, y es el único tipo de dieta con un impacto positivo, así lo atestigua un estudio realizado en los países de UE donde compara los impactos de 7 tipos de dietas, estudio que finalmente concluye que la única manera de alcanzar los objetivos climáticos acordados por la UE es reducir drásticamente el consumo de alimentos de origen animal como las carnes o la leche
Ya no solamente por cuestiones de ética animal (que es la principal razón de hecho), es que si te importa el planeta, hazte vegano. No debemos esperar a que ningún gobierno ni ninguna empresa ni ningún cambio a nivel social motiven esa transformación, sus intereses van en otro sentido, las acciones individuales como dar ese pequeño paso pueden llegar a ser muy importantes y cada persona suma, cada acción que se pueda hacer es positiva.